El fuego arrasa más de 35.000 hectáreas en la Comunitat Valenciana, en el peor verano registrado desde el año 2012

31 agosto, 2022

Los incendios de Bejís, con más de 19.000 hectáreas, y de la Vall d’Ebo, con más de 12.000, ambos en el mes de agosto, fueron los principales focos de la suma de superficie calcinada por el fuego. En el conjunto nacional, los incendios se propagan por más de 300.000 hectáreas.

El fuego ha sido el triste protagonista del verano de 2022 en la Comunitat Valenciana, con más de 35.000 hectáreas quemadas en diferentes incendios. La comarca del Alto Palancia, con epicentro en Bejís, ha sido la principal damnificada, con una superficie quemada que ha superado las 19.000 hectáreas. En Alicante, la comarca de la Marina Alta, sufrió un incendio originado por la caída de un rayo en la Vall d’Ebo, que acabó con más de 12.150 hectáreas de masa forestal y áreas de cultivo. Junto a ellos, los incendios de Venta del Moro (1.478 hectáreas) y Les Useres (888 hectáreas) entran también en los registros de grandes incendios -superiores a 500 hectáreas- que forman parte de la estadística del Centro de Coordinacion de la Información Nacional sobre Incendios Forestales (CCINIF), dependiente del Ministerio de Transición Ecológica.

Estadísticas desalentadoras

Según indican dichas estadísticas, España no registra desde 1994 una superficie tan elevada arrasada por el fuego, cuando más de 437.000 hectáreas de terreno ardieron pasto de las llamas. Con más de 300.000 hectáreas calcinadas, el verano de 2022 está siendo el peor del siglo XXI en materia de incendios forestales. No en vano, cuatro de los 10 incendios más devastadores del siglo se han producido este verano: Tábara (Zamora), con 32.528 hectáreas quemadas; Ferreras de Arriba (Zamora), con 28.046 hectáreas; el ya mencionado de Bejis, con 19.362 hectáreas; y Ateca (Zaragoza), con 14.159 hectáreas arrasadas por el fuego.

Mucho mayor riesgo de incendios

Las cifras, más allá de la superficie quemada, no invitan en absoluto al optimismo. La potencia radiativa del fuego (FRP), un indicador de la intensidad de los incendios, alcanzó valores de potencia, medida en gigavatios (Gw), siete veces superiores a la media estimada desde el año 2003.

Al mismo tiempo, las condiciones meteorológicas en la cuenca mediterránea han incrementado el riesgo de incendios: se estima que la temporada de alto riesgo ha aumentado más de un 23% desde el año 1989. Las situaciones de riesgo asociadas a olas de calor se han disparado un 130%. Este aumento de los riesgos se asocia directamente a los efectos del cambio climático.

Impacto en el sector agrario

Como es evidente, la propagación de estos incendios también ha tenido un impacto directo en la actividad agraria desarrollada en los territorios afectados. María José Madrid, alcaldesa de Bejís, confirmó que “se ha quemado un 98% del término municipal”. Para la cooperativa el impacto en almendros, olivos y carrasca trufera es prácticamente total, y tendrá repercusiones en su actividad durante los próximos años.

Desde la Cooperativa de Viver, se valoran en 716.229 euros las pérdidas provocadas por el incendio. En primer lugar, se han perdido más de 80.000 kilos de producción, principalmente de olivas y almendras, pero también de nogales, cerezos, manzanos, viñedo y cultivos hortícolas. La pérdida de producción no solo es un problema que vaya a afectar a la cooperativa esta temporada, si no que se prolongará al menos hasta 2025, cuando la cooperativa considera que los 7.468 almedros y 2.283 olivos quemados volverán a tener niveles de producción rentables. Asimismo, la cooperativa indica que reponer los más de 20 kilómetros de tubo de riego por goteo dañados costará más de 25.000 euros.

Otras cooperativas afectadas han sido las de Teresa (graves daños en el olivar de la zona), Torás (fuertemente afectada), Alcublas, Altura y Jérica (afecciones puntuales en parcelas de socios/as).

Se estima que, de las 12.150 hectáreas afectadas por el fuego en el incendio de la Vall d’Ebo, 3.000 pertenecen a campos de cultivo, principalmente de olivos, pero también de cerezos, almendros y manzanos. Se trata de árboles que no recuperarán su producción en al menos 3 o 4 campañas. Entre los agricultores cunde el desánimo e incuso algunos de ellos se plantean no actuar sobre las zonas afectadas antes del próximo año, para evitar que las heladas o el granizo pueda presentarse para terminar de afectar a unos cultivos que han sufrido en los últimos meses una intensa sequía y que, en otro casos, han vivido bajo la amenaza de la propagación de la Xylella fastidiosa.

Las cooperativas que han sufrido este incendio han sido Coopego, Cerezas de la Montaña de Alicante, Planes, Benimarfull, Vall d’Alcalá y SOCAPMA, con diferentes grados de afección.

En ambos incendios, los daños podrían haber sido todavía mayores de no ser precisamente por la agricultura, ya que los campos con bancales desbrozados y márgenes limpios ejercieron de cortafuegos natural y limitaron la propagación del fuego.

Visita del presidente Sánchez a Bejís

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acompañado del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, del president de la Generalitat, Ximo Puig, y de otras autoridades locales y provinciales, visitó el 22 de agosto diferentes zonas afectadas por el incendio de Bejís.

En su intervención, Sánchez aludió a la emergencia climática que estamos afrontando, afirmando que los servicios de Protección Civil indicabana que “estos incendios de nueva generación nos exigen también replantear cómo luchamos (ante ellos) y cómo (los) prevenimos”. De igual forma, anunció la declaración de los territorios dañados por los grandes incendios de este verano como “zona gravemente afectada por una emergencia de Protección Civil”, una catalogación equivalente a la declaración de zona catastrófica a todos los efectos.

Recuperación del mosaico agroforestal

La principal prioridad tras la extinción de un incendio de estas características es la recuperación del mosaico agroforestal. Sin embargo, se trata de un proceso largo, complejo y que tiene sus particularidades en función del tipo de fuego y de las características de la zona afectada.

Así, en lo referente a la masa forestal, los ingenieros de montes advierten de que las zonas de bosque calcinadas en el Alto Palancia no se recuperarán antes de un periodo de entre 30 a 50 años, al tratarse de un incendio de copas, con fuego de alta intensidad y, por lo tanto, mayor afección al ecosistema. Y eso si consiguen recuperarse, ya que parte de la superficie quemada estaba en plena fase de regeneración tras el incendio que se produjo en la zona el año 2012. La juventud de parte de los pinos quemados hace que no hayan tenido tiempo de generar nuevas semillas. Es diferente el caso del paisaje de encinas, pero cabe tener en cuenta que es un tipo de árbol con un crecimiento mucho más lento, de ahí la estimación de los expertos del tiempo total en que tardaría en recuperarse la zona.

La recuperación de la actividad agrícola lleva ritmos diferentes y, en cualquier caso, más rápidos que los de la masa forestal. La variación en los plazos estimados tiene en cuenta el tipo de cultivo. Olivos y almendros pueden perder hasta unas tres o cuatro campañas para recuperar sus niveles de productividad. Los cultivos hortícolas, por el contrario, se recuperan más rápido si el terreno no ha sido especialmente castigado por el fuego.

La Consellera de Agricultura, Mireia Mollà, aseguró que es necesaria “una reflexión profunda sobre la gestión del fuego”, apostando por las políticas que hagan frente al despoblamiento del medio rural, por las actividades de pastoreo y por la redefinición del mosaico agroforestal desde una perspectiva que favorezca la prevención de incendios y dificulte la expansión de estos una vez declarados.

Para recuperar las zonas afectadas, Federació propone líneas de crédito a fondo perdido o bajo interés para las cooperativas, de manera que puedan hacer frente a sus gastos fijos e inversiones; líneas de apoyo directas para los agricultores, para la gestión forestal, el aprovechamiento ganadero…

El papel de la agricultura en la recuperación

Para Mollà, “los campos y parcelas cultivadas han demostrado su enorme potencial para prevenir la propagación del fuego”. Con una perspectiva amplia, la agricultura será fundamental no solo para la prevención de incendios en el futuro, si no también para la recuperación del conjunto del paisaje agroforestal de las zonas afectadas por los incendios. Asimismo, la actividad agraria es clave para la recuperación y el mantenimiento de la actividad económica en los territorios afectados y para apoyar los procesos antidespoblamiento, a través de la generación de oportunidades laborales y de la prestación de servicios básicos en el medio rural«.

Desde Federació, se incide en la importancia de desarrollar en las zonas afectadas Iniciativas de Gestión en Común de la tierra (IGC), que reduzcan el riesgo de que los productores afectados decidan abandonar la actividad. Es necesario, apoyar a las cooperativas afectadas para que desarrollen inicitivas propias de reactivación y gestión territorial, y valorar su papel el proyectos de colaboración público-privada para la recuperación del mosaico agroforestal.

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