Mª Lourdes Falcó Segarra (*)
El Día Internacional de la Mujer Rural es una fecha señalada para exponer públicamente las cifras de participación de mujeres en las cooperativas agroalimentarias valencianas, a partir de los datos que Federació recopila anualmente entre sus asociadas. Los datos de mujeres en la base social y laboral de nuestras cooperativas se mantienen estables, mientras que crecen la participación en los consejos rectores y la presencia de mujeres al frente de la dirección o gerencia. La evolución es lenta, pero constante, un hecho que deja una cierta sensación agridulce y desata toda una serie de reflexiones y preguntas por resolver.
Tradicionalmente, se ha achacado al sector agrario una excesiva masculinización. Una afirmación que solo se corresponde en parte con la realidad. El papel de la mujer siempre ha sido clave en nuestro medio rural. Sin embargo, que haya sido clave no significa que se haya reconocido o visualizado de la forma en que debería.
En los últimos años, no obstante, asistimos a un cambio de mentalidad, que discurre paralelo a una corriente imparable en todos los ámbitos de la sociedad y del mundo empresarial: los espacios de participación y los foros de decisión se abren, con mayor o menor intensidad, a la participación de mujeres. En el ámbito laboral, cuánto hay de convencimiento y cuánto de construcción de una imagen positiva por parte de las empresas ante sus potenciales clientes es algo que daría para un largo debate. En cualquier caso, debemos ser capaces de aprovechar esa inercia para impulsar el avance que el conjunto del sector necesita en esta materia.
En este escenario, las cooperativas no solo debemos dejarnos llevar por esa corriente, si no que debemos ser impulsoras y protagonistas de los cambios que deben producirse durante los próximos años. Por nuestros principios y valores, por nuestra vocación social, me resulta inconcebible pensar que pueda haber cooperativas que no estén dispuestas a ponerlo todo de su parte para impulsar una mayor participación y protagonismo de las mujeres en su organización.
Por otro lado, también debemos reflexionar sobre si el marco normativo vigente es el adecuado para fomentar esa mayor participación de mujeres que deseamos. En este sentido, vemos con buenos ojos la reciente aprobación por parte del Consejo de Ministros de un Real decreto para promover la igualdad de las mujeres en las explotaciones agrarias, que concederá ayudas para contribuir al pago de parte de las cuotas de la seguridad social a las mujeres que estén inscritas en el registro de explotaciones agrarias de titularidad compartida. También habría que mencionar la progresiva obligatoriedad de implementación de Planes de Igualdad en las empresas. Son cambios que van en la línea de lo que necesitamos, y del papel que esperamos que jueguen las Administraciones a la hora de impulsar una mayor presencia de mujeres en todos los ámbitos empresariales.
Para que el cambio sea definitivo, es evidente que necesitamos contar también con más mujeres dispuestas a dar ese paso adelante y a ocupar los espacios de responsabilidad. En ese camino, siguen existiendo barreras y condicionantes, algunos de los cuales exceden del ámbito agrario o empresarial específicamente y entre los que destaca la conciliación de la vida familiar y laboral con estas responsabilidades. Sin embargo, cada día son más las mujeres rurales que trabajan y se esfuerzan día a día para derribar esas barreras que les dificultan ocupar los espacios de participación y decisión. Para ello, cuentan con el apoyo de Federació, comprometida con el avance del sector en materia de Igualdad de Oportunidades, desde el pleno convencimiento de que, con más mujeres en su base social y sus órganos de gobernanza, seremos capaces de tener mejores cooperativas.
(*) Mª Lourdes Falcó Segarra es presidenta de la Cooperativa Agrícola San Isidro de la Vall d’Uixò y representante de Federació en la Asociación de Mujeres de Cooperativas Agro-alimentarias de España (AMCAE)
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